miércoles, 26 de mayo de 2010

Albañil gallego

Chino español

Vecino cabreado

Abril-Cerral

Y ahora me ha dado por recopilar videos antiguos... Éste ha de pasar a la posteridad casi tanto como el de las albondigas de Martes y 13...

sábado, 25 de abril de 2009

Com aniquilar el refranero popular

Porque hay quien se lo curra... Pero a mi ya me va bien, por que siempre los empiezo, y nunca sé como acaban. Ahora ya estoy más orientada... Merece la pena leerlos!!

EL REFRANERO RAZONADO O LA SINRAZÓN DE LOS REFRANES

domingo, 4 de enero de 2009



Hace días que las calles están adornadas con bombillas multicolor, que por ellas transita gente cargada de prisas y de paquetes de regalos, y que en todos lados se vuelve a oír aquello del espíritu de la Navidad. Con esto ocurre como los “días de”: el día del niño, el de la mujer trabajadora, el día sin tabaco, el de la amistad, el de la paz… Todos ellos símbolos de algo que debiera estar presente en nuestras mentes y nuestras actuaciones todo el año pero que se ve que jamás lo está, porque una vez cada 365 días es preciso hacer sobre ello una llamada de atención. Todos nos sentimos muy concienciados ese día. Mañana ya no toca. A finales de la pasada Navidad recibí en el móvil uno de esos mensajes que todo el mundo manda a todo el mundo en determinadas fechas:

“Aviso a toda la población: el simulacro de Paz y Amor ha finalizado. Guarden los langostinos, insulten a sus cuñados y disuélvanse".

Hay una historia, por lo visto cierta, que hizo trastabillar un escepticismo que cada año crece conmigo, y me dejó pensando que quizás al fin y al cabo estos “días de” sí que dejan poso, y que el espíritu de la Navidad no es una simple frase hecha, al menos, no siempre, porque a veces es capaz de despertar lo mejor de nosotros mismos: nuestra humanidad. Si al menos sirve de lección para algunos, y a modo de reflexión...

Sucedió en la noche del 24 de diciembre 1914, principios de la Primera Guerra Mundial, en el frente de Ypres, una ciudad en el sur-oeste de Bélgica. Se esperaba una fuerte ofensiva germana para esa noche o la de Año Nuevo, y las tropas anglo-belgas estaban preparadas para responder de forma contundente.

Cuando los hombres del segundo regimiento de guardias escoceses advirtieron multitud de pequeñas luces que brillaban en el lado alemán estuvieron seguros de que se trataba del comienzo del anunciado ataque, y sin más demora abrieron fuego contra el enemigo. El desconcierto comenzó al advertir que aquella nutrida descarga no estaba siendo respondida, pero aún creció más, hasta llegar al estupor, cuando desde el lado contrario llegaron unas voces que, en un inglés con fuerte acento germano, exclamaban: "You no shoot, we no shoot." (si ustedes no disparan, nosotros no disparamos).

No tardaron en salir al descubierto soldados alemanes, en actitud claramente pacífica, y a los pocos minutos hombres de ambos bandos intercambiaban chocolates, cigarrillos, licores, todas esas minucias que en circunstancias como estas constituyen pequeños tesoros. Y, por supuesto, palabras. Así pudieron saber los aliados que aquellas luces eran las de los arbolitos de navidad que el Ejército alemán había enviado a sus tropas en el frente. Al de Ypres se habían mandado varios, de ahí la gran cantidad de lucecitas, que habían llamado la atención de los escoceses.

El día 25, muy de mañana, los soldados de ambos bandos salían de sus respectivas trincheras para confraternizar con “el enemigo”. Intercambio de tabaco, cerveza, chocolates, fotos familiares… Hasta partidos de fútbol hubo con pelotas hechas como se pudo. Precisamente en lo sucedido este día está basado en vídeo de Paul Mc Cartney que aparece más arriba.

La tregua, a pesar de las tajantes órdenes en contra de los altos mandos, se prolongó hasta la mañana del día 26, en que comenzó de nuevo el fuego cruzado entre las dos líneas del frente. Y no hago más que preguntarme qué sentirían en uno y otro bando cuando de nuevo tuvieron que empuñar sus armas, esta vez no contra algo casi abstracto como fuerzas enemigas sin rostros ni cuerpos bajo el casco y el uniforme, sino contra seres de carne y hueso cuyas facciones sí conocían ahora, con los que habían estado hablando, bebiendo, bromeando, jugando al fútbol…

Ypres resultó destruida casi en su totalidad al finalizar el conflicto, la Gran Guerra se saldó con más de 31 millones de muertos, heridos y desaparecidos… Pero hubo un momento en que el horror se detuvo. Hubo un momento en que unos hombres no quisieron matar a otros a pesar de las órdenes que tenían, en que fueron capaces de perdonar las bajas que se habían infligido mutuamente y relegar el rencor hacia el enemigo al ver caer a un compañero muerto a tus pies, capaces de compartir los pocos lujos que tenían, de olvidar lo que les enfrentaba y recordar que todos somos, al fin y al cabo, seres humanos. No había paquetes de regalos envueltos con papel de brillantes colores colocados al pie de un belén o de un árbol de navidad profusamente decorado, ni mesas y manteles, ni villancicos, ni luces en ninguna calle. Pero esa noche, entre ruinas, fango, alambradas y armas momentáneamente abandonadas y silenciadas, era más navidad que en multitud de hogares de todo el mundo.

Tal vez sólo era "el día de", el cual por si solo no arregla nada, pero espero que a nosotros ese "día de" nos sirva para darnos cuenta de muchas cosas. Un "día de" mucho más conmovedor que poner un lacito en la parte inferior derecha de un anuncio pero continuar actuando como siempre. Dicen que "de lo que no se habla no existe", y quizá por eso hay que hacer visibles estos días, pero el problema está cuando nos acostumbramos a ellos, y esos "días de" no dejan de ser más que "días de", "bolets" tranquilizadores en medio de tanto desierto...

miércoles, 17 de diciembre de 2008


Parlem de tu, però no pas amb pena.
Senzillament parlem de tu,
de com ens vas deixar,
del sofriment lentíssim que va anar marfonent-te,
de les teves coses parlem,
i també dels teus gustos,
del que estimaves i el que no estimaves,
del que feies i deies i senties;
de tu parlem, però no pas amb pena.

I a poc a poc esdevindràs tan nostre
que no caldrà ni que parlem de tu
per recordar-te, a poc a poc seràs
un gest, un mot, un gust, una mirada
que flueix sense dir-lo ni pensar-lo.

Miquel Martí i Pol. Llibre d’absències 1985.